miércoles, 20 de enero de 2010

QUE TAN ASQUEROSA PUEDE SER

No soy psicólogo, pero puedo ayudarte con eso que te aqueja.

Debes en cuando fuma un cigarrillo; suave y delicadamente siente la aspereza de su humo raspando tu garganta, luego llénate los pulmones, reten el humo un buen momento y por exhálalo con fervor y simpleza, si nunca antes habías fumado, te caerá mal y te dará un ligero mareo, pero al rato le tomaras el gusto y todo cesara. A eso añádele una cerveza, una buena cerveza, de esas estilo alemán que suelen ser muy amargas al sabor y de espuma bien espesa, fíjate que este bien fría, te darás cuenta que tiene la temperatura justa, cuando la misma comience a transpirar por la calidez la temperatura ambiente; siente su sabor fuerte, saboréala en el paladar, pero tan solo unos segundos y luego deja que fluya por tu garganta, sentirás la picazón del gas, lo espeso de su espuma, lo amargo de su sabor y la frescura de su estado.
Por ultimo recuéstate en la cama y lee "El Cartero" de Bukowsky.
Cuando lo hayas acabado, vienes y me cuentas que tan asquerosa puede ser tu vida.



viernes, 15 de enero de 2010

…COMO VIVIR DE NUEVO EN NECOCHEA.


Era enero del 2009, en Necochea; era la segunda semana de la primera quincena, no recuerdo el día exacto; había estado en octubre para el cumpleaños número 70 de mi madre, pero solo fue un fin de semana fugaz; sin embargo los últimos cinco años, estaba yendo solo una ves por año y eso hacia que extrañe la ciudad costera donde me críe.

Me reencontré con Robert después de casi un año y medio de estar distanciados; costo una caminata y una cerveza decirnos -“Perdóname, boludo”; cuando uno paso tanta mierda con una persona y se vivieron tantas cosas juntos, los discursos episcopales, las confesiones cristianas o el “por mi culpa, mi gran culpa” extenso, están demás; una mirada, un trago de cerveza y tan solo dos palabras sinceras es lo que hacen falta.


Había pasado el mediodía, con Robert nos dirigíamos a lo de Roms, a tomar unos mates; llegamos a su casa, estaban ella y su madre; su mama se alegro de vernos a mí y a Robert juntos de nuevo, después de tanto tiempo; mates, galletitas, charlas, risas y recuerdos; luego de un rato decidimos ir a pasear.

Si mal no me falla (a lo largo del tiempo el alcohol, la computadora y el mezeaturba, han deteriorado algunos aspectos de mi memoria) fuimos caminando por la 4, desde la 67 hasta la 89, de ahí subimos hacia el parque y caminamos hasta salir al anfiteatro, nos quedamos un rato, seguimos por el camino de adentro, costeamos la pista de atletismo y salimos a PinoLandia, cruzando la avenida del parque; fuimos por la callecita al costado del complejo donde empieza la vía del estupido trencito que recorre un tramo un tanto acogedor del parque; donde ahora hay un restaurante y un par de cosas mas que no preste atención. Estábamos Roms, Robert y yo; de repente Roms anuncio que tenia cámara, así que saco la cámara y empezamos a sacarnos fotos, fuimos por el camino ancho, costeábamos la vía, seguimos la arboleda y retomamos uno de los caminos pequeños, esos que se hacen con el andar de la gente y se encuentran entre los árboles; de ahí fuimos a “el claro”; el claro es un lugar en el medio del bosque, donde alguna ves existió una especie de kiosco o despensa, del cual no queda nada, tan solo el suelo donde se edifico y unos minúsculos escombros, que apenas se notan; el nombre de “el claro” se lo puso Robert, hace unos cuantos años atrás, lo llamo así, por que cuando ibas a la noche, te tirabas sobre el suelo a contemplar el brillo fuerte de las estrellas y en ocasiones el lugar se iluminaba solo por el brillo de la Luna, debido a que las luces de la ciudad no llegan a esa zona; es un lugar hermoso, silencioso y pacifico; no se escucha nada, solo el torcer de las ramas golpeadas por el viento y a lo lejos el sonido de las olas rompiendo; es sin duda un lugar único, lo era para nosotros y lo sigue siendo.

Ahí nos quedamos un rato largo, nos sacamos varias fotografías; saltando, en el suelo, posando, casuales, riendo y jugando como niños; en ese instante no importaba nada, solo disfrutar esa inercia; Robert olvido sus ganas de querer cobrar el sueldo mas la indemnización que le debían, de su trabajo en Musimundo, no hablaba de su espera por el contrabajo que se había comprado y que no llegaba, su desesperación por reencontrarse con su novia que todavía estaba en Comodoro, se hizo tenue; Roms olvido que ese año tenia que rendir las materias que debía de la secundaria, si o si, olvido que su novio estaba celoso de mi y le hacia minúsculos reproches, no le intereso que la gente de la librería no la había llamado y se tubo que estar sin trabajo todo el verano; yo no recordaba las peleas y la fea y reciente ruptura con Merlina, no me interesaba que en una semana iba a estar ordenando los despachos que se amontonaron en mi escritorio, hasta llegue a olvidar que vivía en Capital y por momento pareció que nunca me hubiese ido de Necochea; los tres nos despreocupamos de todo, era como si no hubiesen pasado seis años, era como vivir de nuevo en Necochea.

Luego de un rato largo, caminamos por el bosque hacia la playa, fuimos por un camino largo y salimos al Lago de lo Cisnes, lo rodeamos por el caminito, vimos el color verde musgo del agua y notamos que habían cerrado el camino a donde están las jaulas con las cabras, pavos reales y demás bichos; de ahí cruzamos y fuimos hacia la playa; bajamos por la arena sea, los tres nos quitamos nuestras calzado, caminar por la arena se hace pesado y mas con zapatillas; llegamos a la arena húmeda y en la orilla mojamos ligeramente los pies en el mar, luego continuamos caminando; nos sacamos mas fotos, caminando, casuales, posando, riendo y disfrutando. Un grato recorrido junto al mar.

Luego de un largo caminar, subimos, por el lado de la rambla, nos acomodamos a un costado, limpiamos la arena de los pies, nos calzamos y regresamos al entorno y el asfalto, sin olvidar aquella tarde que nos recordó, que es no bueno olvidar quienes fuimos, quienes somos y quienes son esas personas que nos hacen brillar en el alma.