El perro

El perro, sucio y golpeado, cae al suelo totalmente desplomado; la gente se aleja de el sintiendo lastima y asco; nadie se le acerca. El perro los obserba con desinteres y se alegra de estar en el suelo descansando. Ellos no lo entienden, pero el disfruta del suelo.

¿ FRÍA, TIBIA O MAS BIEN CALIENTE?

Estaba sentado junto al ventanal, el mesero se me acerco y me pregunto:
- ¿Qué desea ordenar?
- Pues – medite un segundo y respondí - Me gustaría almorzar un pulpo vivo sin sal y una cabeza de cordero cruda sin los ojos y sin las orejas, recién asesinado.
- Mmmmmm. ¿mañana complicada?
Lo mire fijo; llevaba una camisa blanca que se encerraba muy apretujada en un pantalón de vestir barato, que no estaba bien planchado, no se había afeitado bien y se notaba en su rostro juvenil y agobiado que le molestaba ese ridículo moño que se le ajustaba por debajo de la nuez.
- Así es – le dije - ¿Por qué lo pregunta?
- Pues son las 7:30 de la mañana y aquí no acostumbramos a servir el almuerzo hasta después de las 12 del mediodía. – dijo, mientras me miraba de una manera extraña.
No me había dado cuenta de que hora hacia, tampoco sabia cuanto tiempo hacia que llevaba despierto, solo que necesitaba ingerir algo.
- Lo siento – arremetí – no me había percatado del horario; pues entonces deseo desayunar un tazón de leche con cucarachas y termitas.
Sin hacer ni una mueca en esa cara de jovencito avejentado, me miro y me dijo:
- Quizás suene un poco rara esta pregunta. Peroooo!!! - Pausa, luego prosigue - ¿Cómo desea su leche? ¿Fría, tibia o más bien caliente?
- Caliente por favor – le dije.
- Pues bien, enseguida le traigo su orden.
- Gracias – le dije.
El mesero se alejo; me acurruque contra la mesa y mire por el ventanal, el cielo estaba nublado, pronto caería un aguacero. Era una mañana difícil, el día entero lo seria, tan solo quería saborear mi desayuno.